Dicen
que los malos amores son como los postres: sabemos que no le hacen bien a
nuestro organismo y que tarde o temprano nos acechará la culpa y el
arrepentimiento, pero no nos importa porque el enorme placer que nos causan se
vuelve adictivo. Sí, ahí están las frutas, el equivalente a un amor bueno, de
esos que satisfacen nuestra necesidad de azúcar por un corto instante, pero seamos
honestas, la adrenalina que nos brinda una pasión equivocada es sólo equiparable a la de un buen pastel de chocolate.
Fotografía: Fernanda Kuri |
Esta
vez, la dulce tentación llegó a mí adornada con moras azules y no ojos azules.
Mientras vagaba sin rumbo por las calles de Polanco tras una sesión de fotos
con celebridades adolescentes difíciles de complacer, me topé con la pastelería
Esperanza. Si, como yo, entras por primera vez a este lugar, pensarías que es
la pastelería más chic de la zona. Sin embargo, indagando un poco más, he
descubierto que se trata de un tradicional negocio familiar fundado en 1975,
con un fuerte arraigo en la ciudad y con más de 60 sucursales.
Fotografía: cortesía de Esperanza. |
En
una excelente estrategia, Esperanza, cuyo logotipo anticuado no tiene nada que
ver con la versión hipster de su nuevo local, decidió apostar por un concepto gourmet en
el que conserva la tradición (y sus muy accesibles precios) en sus productos al
tiempo que moderniza su imagen. El resultado ha sido tan exitoso que ya se
alistan 5 sucursales más, que se suman a la de Polanco, en Bosques de las
Lomas, Pedregal, Tecamachalco, Las Lomas e Interlomas.
Fotografía: autor desconocido. |
Ubicada en Moliere #352, Esperanza
no es precisamente una tienda gourmet pero tampoco es sólo una
panadería/pastelería. Su perfectamente ejecutada decoración al estilo industrial crea el ambiente perfecto para esta nueva experiencia. Entre sus
especialidades se encuentran los macaroons,
croisants, roles con pasas, cake pops, donas, postres en vaso, brownies, muffins, bocadillos salados y una amplia variedad de pan de corteza
dura elaborado diariamente a la vista de los clientes.
Fotografía: cortesía de Esperanza. |
Entre
mostradores adornados con preciosos (y ¡DE-LI-CIO-SOS!) pasteles y estantes que
sostienen rústicas canastas llenas de pan fresco, se encuentran pequeñas
repisas con las increíbles botellas de Casa del Agua, una pequeña sección de
postres y bocadillos y dos stands pequeñitos de abarrotes con aceites y
mermeladas nacionales.
Asimismo,
Esperanza ha incluido una - no tan breve - y variada selección de vinos y licores
al fondo del local, encerrada entre paredes de cristal, acompañada de algunos
quesos y charcutería. ¿Qué más se puede pedir?
Con un sabor de infarto,
tan exquisito como casero, unos precios que van entre $8 por un struddel de
manzana y $35 por un pastel individual de frutos rojos, así como un ambiente
urbano sin pretensiones, esta pastelería que lo tiene todo se ha coronado como
mi adicción favorita… sin remordimientos.
Fotografía: autor desconocido. |