domingo, 27 de abril de 2014

Pastelería Esperanza

Dicen que los malos amores son como los postres: sabemos que no le hacen bien a nuestro organismo y que tarde o temprano nos acechará la culpa y el arrepentimiento, pero no nos importa porque el enorme placer que nos causan se vuelve adictivo. Sí, ahí están las frutas, el equivalente a un amor bueno, de esos que satisfacen nuestra necesidad de azúcar por un corto instante, pero seamos honestas, la adrenalina que nos brinda una pasión equivocada es sólo equiparable a la de un buen pastel de chocolate.

Fotografía: Fernanda Kuri

Esta vez, la dulce tentación llegó a mí adornada con moras azules y no ojos azules. Mientras vagaba sin rumbo por las calles de Polanco tras una sesión de fotos con celebridades adolescentes difíciles de complacer, me topé con la pastelería Esperanza. Si, como yo, entras por primera vez a este lugar, pensarías que es la pastelería más chic de la zona. Sin embargo, indagando un poco más, he descubierto que se trata de un tradicional negocio familiar fundado en 1975, con un fuerte arraigo en la ciudad y con más de 60 sucursales.

Fotografía: cortesía de Esperanza.

En una excelente estrategia, Esperanza, cuyo logotipo anticuado no tiene nada que ver con la versión hipster de su nuevo local, decidió apostar por un concepto gourmet en el que conserva la tradición (y sus muy accesibles precios) en sus productos al tiempo que moderniza su imagen. El resultado ha sido tan exitoso que ya se alistan 5 sucursales más, que se suman a la de Polanco, en Bosques de las Lomas, Pedregal, Tecamachalco, Las Lomas e Interlomas.

Fotografía: autor desconocido.

Ubicada en Moliere #352, Esperanza no es precisamente una tienda gourmet pero tampoco es sólo una panadería/pastelería. Su perfectamente ejecutada decoración al estilo industrial crea el ambiente perfecto para esta nueva experiencia. Entre sus especialidades se encuentran los macaroons, croisants, roles con pasas, cake pops, donas, postres en vaso, brownies, muffins, bocadillos salados y una amplia variedad de pan de corteza dura elaborado diariamente a la vista de los clientes.

Fotografía: cortesía de Esperanza.

Entre mostradores adornados con preciosos (y ¡DE-LI-CIO-SOS!) pasteles y estantes que sostienen rústicas canastas llenas de pan fresco, se encuentran pequeñas repisas con las increíbles botellas de Casa del Agua, una pequeña sección de postres y bocadillos y dos stands pequeñitos de abarrotes con aceites y mermeladas nacionales.

Asimismo, Esperanza ha incluido una - no tan breve - y variada selección de vinos y licores al fondo del local, encerrada entre paredes de cristal, acompañada de algunos quesos y charcutería. ¿Qué más se puede pedir?

Con un sabor de infarto, tan exquisito como casero, unos precios que van entre $8 por un struddel de manzana y $35 por un pastel individual de frutos rojos, así como un ambiente urbano sin pretensiones, esta pastelería que lo tiene todo se ha coronado como mi adicción favorita… sin remordimientos.

Fotografía: autor desconocido.

martes, 15 de abril de 2014

La ciudad está jacarandosa


"Las jacarandas en flor hacen por la ciudad lo que las estrellas por la inmensidad nocturna”
- Adolfo White.

Por alguna exótica y extraña razón, a las jacarandas les gusta el DF, así con todo su smog, temblores y manifestaciones de maestros. Primavera tras primavera, el gris de la capital se ilumina con pinceladas de color lila. Con su suave rubor estival, se pasean como adolescentes enamoradas por la ciudad. Las encuentras por todos lados, a veces frondosas, a veces escasas, de pompones morados como porristas o tímidas en los patios más recónditos.

Aun con su magnífica belleza, ellas no son famosas como el cerezo de Japón. Tampoco son vanidosas como el narciso. Ni son escandalosamente alegres como el girasol. No. Por más hermosas que son, las jacarandas jamás pierden el piso.

Tan tupida y fugaz es su presencia entre los árboles de la Ciudad de México, que brotan de manera espontánea, de un día a otro, y, con la misma, se marchitan, despojando de todo vestido a las ramas que durante este tiempo las albergan.

Cuando esto sucede, de lila las calles lloran… porque una calle sin jacarandas es como un beso sin amor, un mar sin peces, una noche sin luna o un corazón sin dueño.

Fotografía: Concepción Bestegui

Ángel de la Independencia. Fotografía: autor desconocido

Alameda central. Fotografía: Fernanda Kuri

Colonia del Valle. Fotografía: autor desconocido

Fotografía: Daniela García

Palacio de Bellas Artes y Torre Latinoamericana. Fotografía: Fernanda Kuri

Metro de Bellas Artes. Fotografía: autor desconocido

Fotografía: Diana Capasso

martes, 8 de abril de 2014

Pasarela de asfalto

Cada temporada dejamos atrás nuestras malas decisiones y miramos hacia el futuro… esto es conocido como Semana de la Moda. Las modelos desfilan con paso firme, llevando desde las creaciones más minimalistas hasta las más excéntricas… Los medios nos han hecho creer que son las pasarelas las que marcan tendencia, sin embargo, las calles conforman el desfile de modas más imponente del mundo: ¿qué es lo que la gente quiere? ¿Cuáles son sus pasiones? ¿Qué mensaje quiere transmitir? ¿Hacia dónde se dirige? Porque la moda en las pasarelas es hermosa, pero es en el corazón de la urbanidad donde realmente cobra vida a través de los espontáneos estilismos de aquellos rostros anónimos.

Fuente: Lookbook.nu
Sofía Lascurain (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Sofía Lascurain (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Adriana Gastélum (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Adriana Gastélum (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Andrea María P.M. (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Andrea María P.M. (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Fernanda Flores (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Fernanda Flores (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Génesis Serapio (síguela)

Fuente: Lookbook.nu
Jennifer Aranda (síguela)

martes, 1 de abril de 2014

We'll never be royals

Así como el camaleón se mimetiza con su entorno, el secreto para sobrevivir en la ciudad es adaptarse a ella y dejarse inspirar por los elementos que la componen: tuberías, edificios, smog, cables, desechos… todos ellos forman parte del paisaje urbano.

Tras la Revolución Industrial, en un intento de búsqueda de nuevos espacios, amplios y más baratos, los artistas e inmigrantes neoyorkinos de los años 20 se inclinaron por deterioradas fábricas y almacenes en desuso como opciones de vivienda. Ellos, en vez de demoler la esencia restante de estos lugares, comenzaron a abrazar su crudeza y a construir todo un estilo alrededor de ella.

El estilo industrial va íntimamente ligado a la estética loft. Se caracteriza por dejar al descubierto elementos de la estructura del edificio, tales como los ladrillos de las paredes, las vigas del techo o la instalación eléctrica. Hierro y acero, a los que se suma la madera, son materiales indispensables para su composición. Todo en estado puro: cuanto más se vea el paso de los años, mejor. El mobiliario luce líneas rectas, mientras que la paleta de color se decanta por tonos neutros a oscuros.

Desgastado, desnudo, desinhibido y falto de delicadeza, este estilo forma parte del ADN de las grandes urbes.

¿Te gusta? ¡Pinéalo! Visita en Pinterest el tablero de Provinciana en la Capital para encontrar todas las imágenes del blog (aquí).