martes, 15 de julio de 2014

Un calendario de visitas secretas

Más allá de lo físico o lo romántico, llegar a amar a alguien es un proceso largo y nada superficial. Primero debes asegurarte de que conoces todo lo que puedes conocer del susodicho: sus secretos, temores, virtudes, errores, sueños y fetiches. Si aun con sus 6 dedos y su adicción a los videojuegos, piensas que es la persona más maravillosa del mundo, felicidades, tu corazón está a punto de quedar marcado por el resto de tu vida.

En segundo lugar, y este es un punto decisivo, debes creer con cada célula de tu cuerpo que, de alguna u otra manera, ese amor es para siempre, que es como el infinito y no tiene final. Porque, verás, no se puede “amar” solo un ratito, mientras dure el verano o antes de que encuentres a alguien mejor. Cuando dices “te amo”, te tatúas el nombre de tu amado bajo la piel y no hay vuelta atrás.

Pero entonces, una mañana despiertan y alguien se aburrió de las mismas conversaciones, alguien quiso emprender una nueva aventura, alguien deseó probar otros labios, o, simplemente, ambos decidieron tomar caminos separados.


Y entonces llega la pregunta que ya asedió a Carrie Bradshaw hace varios años: “si amas a alguien y la relación termina, ¿a dónde se va el amor?”. Y es que el amor no es cosa pequeña. No. El amor es demasiado grande para meterlo en un baúl. Demasiado pesado para atarle un par de globos y dejarlo volar. Demasiado fuerte para matarlo a golpes. Y demasiado permanente para borrarlo con la goma de un lápiz.

Todos los psicólogos, libros, textos y videos de autoayuda dicen lo mismo: impacto, negación, depresión, culpa, rabia, resignación y, finalmente, reconstrucción. “Todas las etapas del duelo son normales y, en unos cuantos meses, siempre y cuando nos concentremos en nosotras mismas y en hacer lo que nos gusta, estaremos mágicamente sanadas”.

Tú, obediente, sigues las instrucciones al pie de la letra. Destinas unos cuantos días a comer helado, llorar religiosamente y ver Diario de una Pasión hasta aprenderte los diálogos. Después moderas el llanto, te metes a clases de cerámica los martes y jueves, y de pole dance los miércoles y viernes, y echas a la hoguera tu colección de fotos borrosas, cartas con mala caligrafía y el osito de peluche que te regaló cuando cumplieron 5 meses.

A continuación, tus amigas te llevan al café y sueltan la lengua con una lista detallada (que, por supuesto, desconocías por completo) de los defectos del hombre que se marchó de tu vida, con la esperanza de que surta algún efecto en tu cabeza dura. Y una noche, a modo de graduación, te ponen tu push-up bra, el vestido más corto y ajustado que encuentren en tu armario y te lanzan al mercado de nuevo. “Ya es hora, has pasado mucho tiempo sola”, aseguran con su voz de sabihondas y mirándote como si estuvieras oxidada.

Seguiste todos los pasos, de verdad, lo juras… después de todo, ¿quién no querría curarse de esta enfermedad mortal que llaman amor? Pero, por algún motivo, la magia no hizo efecto en ti. Tu corazón tiene un hueco que no logras llenar.

Los años pasan y descubres que el tiempo no lo cura todo, sólo hace que las heridas se vuelvan tan profundas que ya no arden como al principio, pero sí se convierten en un dolor hondo y permanente con el que tienes que aprender a vivir.

Tanto él como tú, han buscado la tan anhelada “reconstrucción” y se han visto envueltos en un vals de relaciones que lucen bien por fuera, pero que, en el fondo, son como un café descafeinado con leche deslactosada y sustituto de azúcar.

Y entonces, el día menos esperado, cuando llevabas tus jeans viejos y las pestañas sin rimmel, sus miradas se vuelven a cruzar y la pieza faltante del rompecabezas finalmente regresa a su lugar. Ya no son los mismos, sus corazones han sufrido más golpes y sus sueños han madurado, pero sus manos todavía encajan a la perfección. Y descubres que, una vez creado, el amor no se destruye, sólo se transforma; y más tarde que temprano, acaba en un calendario de visitas secretas: tés tropicales a media noche, picnics dominicales y charlas tendidas en el parque de siempre.


3 comentarios:

  1. Lloré poquito, en el momento perfecto <3, gracias.

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  2. Ayyyy Fer.... me encantó....!!! Me fascina la manera de plasmar mucho de lo que has vivido..! Te amo

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