viernes, 26 de septiembre de 2014

Adopta un chico

Encontrar el amor en la capital es más difícil de lo que parece. La verdad es que pasamos la mitad del tiempo trabajando y la otra mitad, en el tráfico. Hablamos con nuestros amigos por Whatsapp, hacemos el súper por internet y hasta para pedir un taxi necesitamos un app... ¡con razón no tenemos tiempo para ligar!

Para hacernos la vida más fácil, ha llegado una especie de Mercado Libre donde, en vez de productos, puedes conseguir citas. Suena a locura, pero la verdad es que una buena dosis de cinismo es necesaria para sobrevivir a la búsqueda del Príncipe Azul entre los 4'233,783 hombres que habitan esta enorme ciudad.

Adopta un chico es una boutique de citas con formato de tienda online. Fuente: www.adoptaunchico.com.mx

Adopta un Chico es una especie de boutique de citas con un formato de tienda online: puedes ver a los chicos que están “en oferta”, husmear sus perfiles, fotos e intereses, y cuando te decidas por uno, echarlo en tu carrito de compras. Como muñecos Ken, cada hombre indica qué accesorios incluye, desde una sonrisa hasta garantía de calidad, pasando por pasos de baile únicos, una plantita y hasta una ex intensa... para evitar sorpresas.

Lo mejor es que puedes personalizar tu búsqueda según una gran variedad de 65 criterios que abarca color de ojos, nivel de vellosidad (los hay desde lampiños a ositos), estatura, peso, personalidad, estilo, medio de transporte y hasta qué come (con eso de que hay que alimentarlos…). Suena bien, ¿no?

¡No te pierdas las ofertas! Fuente: www.adoptaunchico.com.mx

Debo decir que lo que me atrajo de este sitio web su diseño tan femenino como divertido. Por si fuera poco, realmente se preocupa por mantener todo lo más realista y classy posible, prohibiendo fotos vulgares, de desnudos, donde no se vea bien el rostro o retocadas. Además, ¡realmente tengo una idea de con quién estoy hablando! (ejem, a diferencia Tinder). Confieso que ya he estado intercambiando mensajitos con uno de sus productos importados… de España J

martes, 15 de julio de 2014

Un calendario de visitas secretas

Más allá de lo físico o lo romántico, llegar a amar a alguien es un proceso largo y nada superficial. Primero debes asegurarte de que conoces todo lo que puedes conocer del susodicho: sus secretos, temores, virtudes, errores, sueños y fetiches. Si aun con sus 6 dedos y su adicción a los videojuegos, piensas que es la persona más maravillosa del mundo, felicidades, tu corazón está a punto de quedar marcado por el resto de tu vida.

En segundo lugar, y este es un punto decisivo, debes creer con cada célula de tu cuerpo que, de alguna u otra manera, ese amor es para siempre, que es como el infinito y no tiene final. Porque, verás, no se puede “amar” solo un ratito, mientras dure el verano o antes de que encuentres a alguien mejor. Cuando dices “te amo”, te tatúas el nombre de tu amado bajo la piel y no hay vuelta atrás.

Pero entonces, una mañana despiertan y alguien se aburrió de las mismas conversaciones, alguien quiso emprender una nueva aventura, alguien deseó probar otros labios, o, simplemente, ambos decidieron tomar caminos separados.


Y entonces llega la pregunta que ya asedió a Carrie Bradshaw hace varios años: “si amas a alguien y la relación termina, ¿a dónde se va el amor?”. Y es que el amor no es cosa pequeña. No. El amor es demasiado grande para meterlo en un baúl. Demasiado pesado para atarle un par de globos y dejarlo volar. Demasiado fuerte para matarlo a golpes. Y demasiado permanente para borrarlo con la goma de un lápiz.

Todos los psicólogos, libros, textos y videos de autoayuda dicen lo mismo: impacto, negación, depresión, culpa, rabia, resignación y, finalmente, reconstrucción. “Todas las etapas del duelo son normales y, en unos cuantos meses, siempre y cuando nos concentremos en nosotras mismas y en hacer lo que nos gusta, estaremos mágicamente sanadas”.

Tú, obediente, sigues las instrucciones al pie de la letra. Destinas unos cuantos días a comer helado, llorar religiosamente y ver Diario de una Pasión hasta aprenderte los diálogos. Después moderas el llanto, te metes a clases de cerámica los martes y jueves, y de pole dance los miércoles y viernes, y echas a la hoguera tu colección de fotos borrosas, cartas con mala caligrafía y el osito de peluche que te regaló cuando cumplieron 5 meses.

A continuación, tus amigas te llevan al café y sueltan la lengua con una lista detallada (que, por supuesto, desconocías por completo) de los defectos del hombre que se marchó de tu vida, con la esperanza de que surta algún efecto en tu cabeza dura. Y una noche, a modo de graduación, te ponen tu push-up bra, el vestido más corto y ajustado que encuentren en tu armario y te lanzan al mercado de nuevo. “Ya es hora, has pasado mucho tiempo sola”, aseguran con su voz de sabihondas y mirándote como si estuvieras oxidada.

Seguiste todos los pasos, de verdad, lo juras… después de todo, ¿quién no querría curarse de esta enfermedad mortal que llaman amor? Pero, por algún motivo, la magia no hizo efecto en ti. Tu corazón tiene un hueco que no logras llenar.

Los años pasan y descubres que el tiempo no lo cura todo, sólo hace que las heridas se vuelvan tan profundas que ya no arden como al principio, pero sí se convierten en un dolor hondo y permanente con el que tienes que aprender a vivir.

Tanto él como tú, han buscado la tan anhelada “reconstrucción” y se han visto envueltos en un vals de relaciones que lucen bien por fuera, pero que, en el fondo, son como un café descafeinado con leche deslactosada y sustituto de azúcar.

Y entonces, el día menos esperado, cuando llevabas tus jeans viejos y las pestañas sin rimmel, sus miradas se vuelven a cruzar y la pieza faltante del rompecabezas finalmente regresa a su lugar. Ya no son los mismos, sus corazones han sufrido más golpes y sus sueños han madurado, pero sus manos todavía encajan a la perfección. Y descubres que, una vez creado, el amor no se destruye, sólo se transforma; y más tarde que temprano, acaba en un calendario de visitas secretas: tés tropicales a media noche, picnics dominicales y charlas tendidas en el parque de siempre.


martes, 3 de junio de 2014

On the road

Finalmente, llegó mi momento: ya está a la venta mi primer editorial como coordinadora de moda de Tú, una revista que descubrí en la pubertad y nunca más abandoné. Ni el hecho de encontrarme con fiebre debajo del sol por horas pudo empañar la felicidad que sentí este día. Ciudad de México, prepárate, esta provinciana llegó para quedarse...










Publicación: Junio 2014
Fotografía: Bruno Sánchez
Moda: María Fernanda Vásquez Kuri
Maquillaje: Juan Carlos Martínez
Peinado: Marcelo Rendón
Modelos: Fabiula y Sintia para Model Zone

jueves, 22 de mayo de 2014

Yuya en la portada de Tú

Fotografía: tuenlinea.com
Era un hecho: Yuya, la videoblogger de belleza más famosa de Latinoamérica, sería la portada #3510 de la revista Tú de mayo (¡ya a la venta!). Esta vez, mi jefa no podría estar presente en la sesión de fotos que tendría lugar en Cuernavaca, ciudad de la que Yuya es originaria, por lo que era mi turno de ir sola, por primera vez.

Había leído su nombre antes, había visto algunos de sus videos y había escuchado su peculiar tono de voz, sin embargo, nunca imaginé poder trabajar con ella. Debo admitir que estaba nerviosa: no sólo estaba por mi cuenta en otra ciudad desconocida, trabajando para la revista que formó parte de mí desde hace 10 años, sino que tenía la certeza de que mi trabajo sería observado por alrededor de ¡11 millones de personas!, entre los fans de Yuya y de Tú.  Además, no sabía qué actitud esperar de una persona tan famosa.

Lo que encontré al llegar a Cuernavaca no fue lo que esperaba. Fue mucho, mucho más. A pesar de que vive sola en su enorme palacio blanco, Mariand tiene un hogar. Su mamá y su hermano no tardaron en aparecer para mostrar su apoyo y hacernos sentir como en casa.

Con su diminuta complexión, Mariand es una niña de apenas 21 años que ha luchado por lo que quiere, siempre con una sonrisa en el rostro. Tan hermosa por dentro como por fuera, creativa, sencilla, entusiasta, dulce, talentosa y agradecida con la vida… nos conquistó con su carisma en cuestión de segundos.

A esas personas son a las que más da gusto vestir…. Las que sonríen a la cámara y te hacen sonreír con ellas.

Finalmente, solo me queda decir que, así como encontré una nueva amiga durante ese breve viaje a Cuernavaca, también encontré una nueva familia: la maravillosa revista Tú, que pocas semanas después me adoptó como su coordinadora de moda. ¡NO PODRÍA SER MÁS FELIZ!

Y así, poco a poco, esta provinciana va encontrando su lugar en la capital… Gracias Yuya. Gracias Tú <3

¡No te pierdas el video detrás de cámaras aquí!









jueves, 8 de mayo de 2014

Un buen look (para chicos malos)

Sucede que, cuando la gente escucha “coordinación de moda”, se imaginan el glamour que implica asistir a innumerables pasarelas y eventos sociales, recibir obsequios de las marcas y señalar con el dedo índice la ropa que aparecerá en los editoriales de moda.

Nada más alejado de la realidad. Ser coordinadora de moda o fashion stylist es un gran trabajo. Apenas dispones de unos cuantos días para diseñar el concepto general de la sesión, establecer relaciones con las marcas, conseguir con ellas cada una de las prendas necesarias (más muchos, muchos backups… por si alguien cambia de opinión) en sus respectivas tiendas o showrooms (cabe mencionar aquí las impresionantes distancias del DF y lo terriblemente incómodo -y casi imposible- que es hacerlo en transporte público).

Posteriormente, se arman los looks, cuidando mostrar una amplia gama de marcas y alguno que otro cliente importante y, ahora sí, se realiza la sesión de fotos, donde trabajas en equipo con el director de arte, fotógrafo, maquillista, peinador y varios involucrados más.

En pocas y afortunadas ocasiones, esto se lleva a cabo en un estudio de fotografía que cuenta con todas las comodidades. Sin embargo, los shootings en exteriores son más atractivos. Cuando esto sucede, no hay camerinos portátiles, baños, sillas ni alimentos. Y entonces, como coordinadora de moda, te ves en medio de la calle con dos modelos semidesnudos cambiándose a toda velocidad en tu pequeño coche y un cargamento de collares de Carolina Herrera, abrigos de Louis Vuitton y zapatos de Ferragamo que terminas recogiendo de la banqueta y aventando en la cajuela, pero que DEBES devolver al día siguiente en impecables condiciones o correrán por cuenta de tu tarjeta de crédito personal.

Y, ¿por qué no? Llega la policía a solicitarte tu permiso para tomar fotos en ese lugar, o bien, te lleva la grúa al corralón -con todo y las perlas de Chanel- por estacionar tu automóvil/camerino en un sitio prohibido (¡las dos cosas nos pasaron durante este shooting!).

Por si fuera poco, los horarios no siempre son los más convenientes. Cuando el llamado es a las 9:30 pm, terminas a las 7 am del siguiente día… y claro, sin dormir, a las 12 pm tienes que devolver lo que las marcas te prestaron en sus respectivas bolsitas y oliendo a nuevas… con todo y papel de china sin arrugar.

No. Ser coordinadora de moda no es fácil. Pero ¿a quién queremos engañar? Nos encanta contar historias a través de la ropa… ¿Y los desfiles de modas y cocteles? Ahorita no, gracias.

A continuación, les comparto las imágenes de uno de mis primeros editoriales como asistente de coordinación de moda para la revista Caras Sports de abril 2014, inspirado en la famosa pareja de criminales Bonnie y Clyde.









domingo, 27 de abril de 2014

Pastelería Esperanza

Dicen que los malos amores son como los postres: sabemos que no le hacen bien a nuestro organismo y que tarde o temprano nos acechará la culpa y el arrepentimiento, pero no nos importa porque el enorme placer que nos causan se vuelve adictivo. Sí, ahí están las frutas, el equivalente a un amor bueno, de esos que satisfacen nuestra necesidad de azúcar por un corto instante, pero seamos honestas, la adrenalina que nos brinda una pasión equivocada es sólo equiparable a la de un buen pastel de chocolate.

Fotografía: Fernanda Kuri

Esta vez, la dulce tentación llegó a mí adornada con moras azules y no ojos azules. Mientras vagaba sin rumbo por las calles de Polanco tras una sesión de fotos con celebridades adolescentes difíciles de complacer, me topé con la pastelería Esperanza. Si, como yo, entras por primera vez a este lugar, pensarías que es la pastelería más chic de la zona. Sin embargo, indagando un poco más, he descubierto que se trata de un tradicional negocio familiar fundado en 1975, con un fuerte arraigo en la ciudad y con más de 60 sucursales.

Fotografía: cortesía de Esperanza.

En una excelente estrategia, Esperanza, cuyo logotipo anticuado no tiene nada que ver con la versión hipster de su nuevo local, decidió apostar por un concepto gourmet en el que conserva la tradición (y sus muy accesibles precios) en sus productos al tiempo que moderniza su imagen. El resultado ha sido tan exitoso que ya se alistan 5 sucursales más, que se suman a la de Polanco, en Bosques de las Lomas, Pedregal, Tecamachalco, Las Lomas e Interlomas.

Fotografía: autor desconocido.

Ubicada en Moliere #352, Esperanza no es precisamente una tienda gourmet pero tampoco es sólo una panadería/pastelería. Su perfectamente ejecutada decoración al estilo industrial crea el ambiente perfecto para esta nueva experiencia. Entre sus especialidades se encuentran los macaroons, croisants, roles con pasas, cake pops, donas, postres en vaso, brownies, muffins, bocadillos salados y una amplia variedad de pan de corteza dura elaborado diariamente a la vista de los clientes.

Fotografía: cortesía de Esperanza.

Entre mostradores adornados con preciosos (y ¡DE-LI-CIO-SOS!) pasteles y estantes que sostienen rústicas canastas llenas de pan fresco, se encuentran pequeñas repisas con las increíbles botellas de Casa del Agua, una pequeña sección de postres y bocadillos y dos stands pequeñitos de abarrotes con aceites y mermeladas nacionales.

Asimismo, Esperanza ha incluido una - no tan breve - y variada selección de vinos y licores al fondo del local, encerrada entre paredes de cristal, acompañada de algunos quesos y charcutería. ¿Qué más se puede pedir?

Con un sabor de infarto, tan exquisito como casero, unos precios que van entre $8 por un struddel de manzana y $35 por un pastel individual de frutos rojos, así como un ambiente urbano sin pretensiones, esta pastelería que lo tiene todo se ha coronado como mi adicción favorita… sin remordimientos.

Fotografía: autor desconocido.

martes, 15 de abril de 2014

La ciudad está jacarandosa


"Las jacarandas en flor hacen por la ciudad lo que las estrellas por la inmensidad nocturna”
- Adolfo White.

Por alguna exótica y extraña razón, a las jacarandas les gusta el DF, así con todo su smog, temblores y manifestaciones de maestros. Primavera tras primavera, el gris de la capital se ilumina con pinceladas de color lila. Con su suave rubor estival, se pasean como adolescentes enamoradas por la ciudad. Las encuentras por todos lados, a veces frondosas, a veces escasas, de pompones morados como porristas o tímidas en los patios más recónditos.

Aun con su magnífica belleza, ellas no son famosas como el cerezo de Japón. Tampoco son vanidosas como el narciso. Ni son escandalosamente alegres como el girasol. No. Por más hermosas que son, las jacarandas jamás pierden el piso.

Tan tupida y fugaz es su presencia entre los árboles de la Ciudad de México, que brotan de manera espontánea, de un día a otro, y, con la misma, se marchitan, despojando de todo vestido a las ramas que durante este tiempo las albergan.

Cuando esto sucede, de lila las calles lloran… porque una calle sin jacarandas es como un beso sin amor, un mar sin peces, una noche sin luna o un corazón sin dueño.

Fotografía: Concepción Bestegui

Ángel de la Independencia. Fotografía: autor desconocido

Alameda central. Fotografía: Fernanda Kuri

Colonia del Valle. Fotografía: autor desconocido

Fotografía: Daniela García

Palacio de Bellas Artes y Torre Latinoamericana. Fotografía: Fernanda Kuri

Metro de Bellas Artes. Fotografía: autor desconocido

Fotografía: Diana Capasso